En mayo del 2020 el arresto y
asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis resucitó el movimiento
Black Lives Matter, que en español significa las vidas negras importan. Como en
aquella noche en Estados Unidos, este viernes ardía en llama la municipalidad y
otras oficinas de Panguipulli por el asesinato de un joven malabarista a manos
de un carabinero, no era negro, es peor era pobre y ser pobre en Chile es sinónimo
de sospecha.
Carabineros de Chile declara en su doctrina
que aspiran a lo que es bueno, justo y correcto, declaración que contrasta con
la historia institucional, ya que desde su fundación por Carlos Ibañez del
Campo lo justo y lo correcto es lo que ha dictado el poder político por lo ha
actuado en muchas ocasiones como una verdadera policía política.
A siete años de su fundación en
1931 cinco muertos en la FOCH, cientos de muertos en Raquil 1934, en 1946 en la
Plaza Bulnes seis obreros asesinados entre ellos Ramona Parra, durante la dictadura
son innumerables los hechos en los que tuvo participación carabineros desde el
caso degollados hasta los hermanos Vergara; en los gobiernos de la Concertación
cientos de allanamientos y asesinatos de jóvenes mapuche como Alex Lemún y
Camilo Catrillanca, la desaparición de José Huenante en Puerto Montt, cuatro
muertes comprobadas en el estallido social y cientos de mutilaciones oculares,
hasta llegar a la muerte del joven Francisco Martinez este viernes. Todos estos
solo ejemplos de una larga listas de hechos en los cuales tuvo participación
comprobada el cuerpo de Carabineros de Chile, si le sumamos los casos de corrupción
como el conocido Pacogate, asociación ilícita, falsificación de instrumento
público y obstrucción a la investigación de la Operación Huracán. Por todo lo
planteado es razonable pensar en la transformación a una policía más democrática
como parte de un nuevo trato y nuevos tiempos en el marco de la nueva Constitución.
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