No obstante, no se ha demostrado empíricamente que el voto obligatorio o voluntario tenga un impacto positivo en la participación electoral ni en la integración de los partidos políticos en la sociedad. Los países que han adoptado uno u otro enfoque han obtenido resultados diversos. En Chile, la abstención es endémica tanto con voto voluntario como sin él, a excepción del plebiscito de 1988. Nunca antes la población ha concurrido de manera masiva a las urnas. En la última elección con voto obligatorio, solo el 41% de las personas en edad de votar participaron.
La opción del voto obligatorio representa una solución rápida y directa. Sin embargo, existe un enfoque más abarcador: abordar la reforma del sistema de partidos, establecer mecanismos de participación vinculantes, promover la educación ciudadana en entornos escolares y no escolares, fomentar la participación política temprana (como el voto juvenil) y empoderar a la sociedad civil, entre otras medidas. Con un aire de melancolía, los mismos actores de siempre parecen creer que el voto obligatorio los transportará de vuelta a la época de transición, con la esperanza de revivir sus figuras políticas en declive.